miércoles, junio 07, 2006

Hibernación mundialista


Un mes de pura emoción...no habrá guerras...
tensiones diplomáticas
paros de
pingüinos...atropellos...accidentes
muertes....armas
...racismo....violaciones....
banderas de
lucha....fascsimo....dictaduras carceles...
suicidios colectivos....problemas en el Transantiago
Santiago Contaminado...no hay que comer....
faltan casas o se llueven....improperios y chuchadas....
gatos por liebres....estafas...me lleva por cien...ni engaños amorosos.

Solo habrá un balón rodando y el mundo entero pendiente de eso.....
Francescoli ya lo sabía...
por un mes...el globo terraqueo es la mejor pelota para hacer malabares....
será un instrumento para olvidarnos por un momento
de toda la lista de cosas de párrafos antes que siempre
y a cada minuto seguirán pasando....
pero quizás cierra los ojos grita gol y piensa que no existe nada más......
AHORA SI SE LE CAE LA PELOTA AL CHARRUA.......CAGAMOS...

jueves, junio 01, 2006

Brutus


Me presento soy Brutus, de nacimiento he sido así, golpeando las paredes embrionarias de mi madre para salir de la asfixia de su maravilloso vientre, solo porque quería respirar por mí mismo y ver con mis ojos este mundo.

Sin embargo, creo que esa visión me transformó en un verdadero troglodita, quizás no necesitaba ver tanta estupidez, pero fui creciendo y mis manos golpeaban a cuanto niño se me cruzara por el camino, una reacción refleja e involuntaria que tiraba como palitroques las ilusiones infantiles.

En mi adolescencia fui un enamoradizo, pero mi barba y mis labios asfixiantes espantaban pololas, además mis abrazos del oso mataban las pasiones y que decir de mis cariños que parecían espadas entrando en el corazón marchito de mis improvisadas amadas.

El perro que tuve me lo comí, porque ladraba mucho y con la mayoría de los gatos del barrio hacía negocio y me ganaba unas lucas con la carnicería de la esquina.

Un día mí vida cambió, apareció Olivia, una hermosa chica de pelo extraño y con ni una pizca de modelo, pero yo me enamoré.

Simplemente todo era distinto, no había pasado que me pudiera cegar, solo esa figura que me hacía soñar. Yo la invitaba a todos lados y ella me rehuía, era el síndrome de Brutus que me perseguía.

Todo cambió el día que le lleve mi corazón, sí…latiendo, rojo enfurecido de sangre….se lo mostré y le dije…Mira, quizás soy un pelmazo, un bueno para nada, un Brutus de nacimiento, pero acá te entrego mi don más preciado, mi corazón a pleno, para que sepas cuanto te amo.

Sin embargo, di un par de pasos, entregué mi elemento vital, y olvidándome de eso, me desplomé ante sus píes.

Yacía muerto, por Brutus, porque pensé que entregar mi amor, era sacándome del cuerpo el corazón.