El fin del mundo es un lugar apacible y habitado por seres de naturaleza mansa. Trasquilados por el gen cultural de Norteamérica y las vanguardias europeas. Animitas de las esquinas y modas sui generis para transpirar una sonrisa falsa y con poco sentido estético.
Habitantes que exudan por un nacionalismo perdido y que nunca ha sido descubierto. Ovejas en el matadero son los jóvenes que repiten todo lo que ven en TV.
Parias son todos los vecinos, por solo ser más morenos, de acentos más fuertes o mejor pronunciados o por bailar de noche en las húmedas calles. Diferentes políticos, más corruptos y populacheros. Dan pan y circo y se olvidan de lo que es un gobierno.
Sin embargo, en Chile tierra australis, se creen modelo, jaguar o el pulento, sólo porque el presidente grita y ordena y porque las empresas juegan con las piezas de un rompecabezas de cobre, bosques y salmones, pero sin gente ni pueblo.
Orgullo es Chile por su desarrollo empresarial, la gente orina en los baños y no en las paredes de su catedral.
¡Que vivos son estos che chilenos que ahora lo exportan todo, las modelos en bikini y con tetas al aire, las costumbres y un pedazo del firmamento.
El resto se pasea al parecer en el averno, detrás de las cuatro paredes solo hay puro sufrimiento.
América tierra de gigantes, vienen se lo llevan todo, lo manejan todo y dejan como legado grandes e inservibles estatuas, mientras los más pobres se mueren en invierno.
Ahora Bolivia se destroza, Perú alega por todo, los “Che” son el mito de éste cuento y los cariocas juegan fútbol y no paran de bailar.
Puro Chile que gracia la tuya de vivir en otro continente. Eres grande como tu cordillera y tan pequeño como tu soberbia.
Para que preocuparnos mientras otros se queman a lo bonzo, tú te tiras en el sofa, prendes la televisión y te alivias con una Coca – Cola.
Sudamérica suda, como dice Miguel barriga, pero para que preocuparse, total por un pitito…lo puede usted lograr.
