lunes, enero 15, 2007

Perrosky - Otra vez


La siguiente crónica fue publicada en el sitio web www.unavuelta.com sobre el EP "Otra Vez" del grupo nacional Perrosky...esto a proposito del lanzamiento del LP "El ritmo y la calle" que se lanzó hace pocos días en Santiago.

Por Diego Bastarrica de la Fuente

Perrosky
Otra Vez
Algo Records
2004

Si es Chilenosky, es Buenosky

A caído la Perroestroika, en las calles de la ciudad vagan y se escuchan a lo lejos las melodías importadas que aún suenan en esas radios abandonadas. El muro de los berlines devorados por los baladistas pop, se cae a pedazos, toda vez que en el país ya no hay más estelares y proscenios con cassettes esperando ser sampleados como un playback salvador que invite al público al ilusionismo musical.

Ha nacido la época del realismo, solo los músicos en el escenario, instrumentos que claman por ser utilizados y voces sinceras, sin estruendosos efectos, sólo las melodías y emociones de los artistas en función de mantener el sonido tribal de las calles y de su gente. Otra vez empieza el ciclo, introspección y pureza, guitarras, percusión, una armónica y la voz del lamento de quienes viven los vaivenes de hacer sus sueños realidad. Perrosky se llama este nuevo canto que bambolea su cola en busca de algún arrumaco o un hueso que devorar.

Los hermanos Gómez, oriundos de Copiapó, fundadores de Algo Records y precursores de Guiso, vuelven a ladrar con un disco de Perrosky, luego de “Añejo”, su primera placa en el año 2001. Con las influencias bluseras de Muddy Waters, la incorporación de la raíz folklórica latinoamericana, y un jazz al estilo del tío Lalo Parra, esta agrupación retoma el camino iniciado con “Otra Vez”, EP íntimo, preciso, y que expresa la profundidad del sentimiento musical que entregan los acordes de sus instrumentos.

Sólo cuatro canciones deambulan como peregrino en busca de la posada en este disco. Una vez en la taberna de los lamentos, las risas y el puterío al máximo, se entona con profundidad y acústica, esta música negra con letras mestizas y arrolladas por la integración de un ser humano con las vivencias de merodear los rincones de la ciudad, pateando el perrosky y llegando a casa en busca de una cerveza que pueda saciar el malestar interior.

La intimidad del blues se pega en las cloacas de la ciudad, saliendo de vez en cuando con la pestilencia, e iniciando el ritual del recordatorio de que la vida es una gran ironía. Y que mejor para eso, que reírse de los propios lamentos, con letras sensatas, delatoras y que también en ocasiones no dicen nada, pero que sirven para hacerle la escaramuza y el quite al diario vivir.

Perrosky, intenta descargar la ira emocional de los tiempos, desde su manera íntima y particular, sin importar cuan trascendente puede resultar su trabajo. Merodean con la cola entre las piernas en busca de la sobra que siempre hay en los botes de basura de las casas, y de ahí reciclar lo más útil para dar vida al canto de los de abajo, incorporando un sonido clásico y puro.

Como dice mi tía Pancracia, fanática de los gatos y que anda corriendo a escobazos a los perroskys: "Otra vez trajiste a la rancherita, cuantas veces te he dicho que un hombre sincero como tú tiene que buscarse otra niña mejor, así que si los veo en cochinadas, solo les queda run – run –run……". Y ahí comienza su propio blues, como un karma, que persigue y desarma al tedio de seguir viviendo.