Decidí seguir caminando mientras tu llanto se desvanecía, para en la libertad del desapego observar la vida alrededor y volver a comulgar con el ruido mundano que envuelve la ciudad.
El paso se tranca de raiz con esa estocada de alerta, pero absorto aún por tus últimas palabras intentó escabullirme del destino para volver a tu refugio.
Es tarde cuando siento el estallido interno y la hemorragia, sólo me quedará esa lágrima final que guardada por mi orgullo, me indica que jamás dejaré de amarte.