jueves, agosto 09, 2007

Nieve redentora


Los apacibles copos de nieve sellaron ese pacto silencioso con el intenso frío polar y durante gran parte de la noche del miércoles 8 de agosto se dejaron caer en el Gran Santiago, en un fenómeno que no se registraba desde 1999 en la capital de la República.

Como un forastero venido desde muy lejos y con ese intenso color blanco que se extraña por estos parajes, la nieve fue recibida con los brazos abiertos por los estupefactos santiaguinos, que como buenos anfitriones cobijaron la rareza climática con el amor y el cariño de quien viene de tierras distantes.

Saltando, haciendo los clásicos monos de hielo y lanzándose voluptuosas pelotas, niños y adultos dejaron salir la libertad reprimida entre tanta contaminación y noches grises.

No todo fue risa, porque el frío intenso y las capas de nieve también dejaron su profunda cicatriz entre los pobladores más necesitados, para quienes ya la lluvia es un racimo de balas golpeando su olvidado destino.

Sin embargo, el poder redentor de los blancos copos matizó a la capital de ese aire resucitador que tanto necesitaba.

Mientras la corrupción, los malos manejos, la gente mustia y las calles densas de angustia llenan a cada instante la existencia del santiaguino, este regalo del cielo que hasta blanqueó el Palacio de la Moneda, fue un balón de oxigeno para recordarnos que hay un camino a la limpieza total del sistema.

Como una ilusión, nos levantamos para observar el cerro San Cristóbal coronado con nieve y por un momento sentimos la majestuosidad de la cordillera aún más cerca y entendimos porque nos maravillamos con la sabia naturaleza.

Es quizás el asombro de la creación lo único que nos va quedando y para beneficio de la preservación de la raza, será el motivo principal de lucha para darle a la tierra un velorio con fiesta, carnaval y nada de llanto.