martes, julio 10, 2007

Pi(a)changueros maniaco – depresivos

Pesar nacional, bochorno a nivel país, borrachos inconscientes y destructores de ilusiones. Faltaron epítetos y adjetivos para calificar los incidentes de la selección chilena adulta en el Hotel Mara-Inn.

Como una marea en plena posición de ataque, los medios de comunicación nuevamente se convirtieron en esos paladines de las buenas costumbres y la moral y con saña llenaron titulares y portadas de diarios, con los rostros con resaca de aquellos culpables que sólo tienen pies para chutear un balón de fútbol.

Qué hablar de la gente en las calles, con absoluta certeza soltaron con ventilador su rabia contenida por ser eternos perdedores y llenaron de gruesos calificativos a los Valdivia’s, Navia’s y Contrera’s.

Con fría objetividad y con un congelador puesto en las gónadas, es verdad que la actitud del “equipo de todos” en Venezuela fue deplorable. Que una representación nacional se alcoholice e insulte al personal de un hotel en un país extranjero, será siempre motivo de esa vergüenza chauvinista que nos persigue como gacela en el inconsciente.

Sin embargo, ¿Por qué culpar a este grupo de adultos inmaduros por transformar su existencia en un ente monstruoso por unas horas?...¿Cual es el derecho que tenemos para pisotear en el suelo una actitud tan propia de cualquier hijo de vecino?.

Sí, porque cuando ese demonio te invita a tomar una copa de vino y cuando la jarana y la conversación se convierte en una desesperada salida para explotar por los males del mundo cotidiano, y el infierno se presenta en tu cabeza y todo se ve en llamas, tú también dejas la corbata y el maletín a un lado y sólo te entregas a los placeres de por un instante ser “humano”.

La larga y angosta faja maniaco-depresiva se horroriza cuando se mira al espejo, y reconoce en cada fragmento de esos epítetos al aire y de esas caras bamboleadas por la caña, a su propia muerte deambular como un elemento real de su completa existencia.

Ahora los jueces de la república piden sanciones ejemplificadoras, y hacen de una curadera de “pichanga de barrio” un escándalo a nivel nacional.

¿Qué pasará cuando en el momento de nuestra inevitable muerte queramos emborracharnos para escapar por un momento de la dura realidad?...¿Quién nos levantará el dedo delator para sancionarnos de por vida al averno?.

Cuando el fracaso y la muerte son hechos inevitables, no queda más que alzar la copa de vino, enfrascarse en una gresca con el destino, lanzar un par de chuchadas al voleo y después despertar vomitado por el monstruo que salió, pero que nos dejó vivo.

El mundo está lleno de “pi(a)changueros” maniaco-depresivos, de esos mismos que sólo descorchan sin motivo una botella, para capear todo este sin sentido.