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Libro: Maldito Sudaca
Autor: Emiliano Aguayo
Editorial: RIL
Año: 2005
Sostener una conversación con el líder de Los Prisioneros, Jorge González, es casi tan perverso y divertido como vender el alma al diablo, asumiendo claro las consecuencias de ese acto de rebeldía en sí, que significa descubrir el lado B de la cultura de masas y desentrañar las paradojas, misterios y temores de quizás el único rock star que Chile se pueda preciar de tener.
La aparición de “Maldito Sudaca”, conversaciones con Jorge González”, del periodista Emiliano Aguayo, no pretende convertirse en un confesionario profano de las acciones y actitudes del cantante, tampoco repasar con morbo y lujo de detalles la vida y obra del grupo que fundó y los chimentos sobre su relación con Claudio Narea, el poder, las clases altas del país y tanto mito, que verdadero o no, se ha tocado sobre el viejo estandarte de San Miguel.
Más bien, se trata de una conversación a cassette abierto entre un curioso espectador de la historia musical de nuestro país y uno de los referentes más importantes de este escenario criollo vilipendiado, como lo es el señor González.
El libro tiene como fecha de edición, el 15 de Noviembre, gracias a editorial Ril, y concluye el trabajo de años del colega Aguayo por armar el puzzle de las prolongadas tertulias con el locuaz vocalista prisionero.
En las variopintas páginas se puede recorrer desde el origen de las letras, la forma de trabajar y las excentricidades del grupo, hasta las visiones más personales de González sobre temas tan variados como el próximo presidente de Chile.
La verborrea metafísica de Jorge González, explota como lava volcánica atrapada por cientos de años en el cráter, una veracidad autentica en sus dichos, aunque sean mentiras, y la contradicción que se agradece como ingrediente de humanidad y de nula perfección en los diálogos.
Para el amigo acostumbrado al cahuín, aquí extractos del libro recogidos en “Las Ultimas Noticias” en su edición del 26 de Octubre, sobre Claudio Narea, “En ese tiempo (los '80), yo le mostraba los demos y le decía haz una variación y al otro día Claudio llegaba diciendo: Pucha, no tuve tiempo para hacerle nada al tema. Y no me quedaba otra que decirle: Bueno, entonces toca el mismo solo y la misma guitarra que te pasé en el demo, y al final ésas fueron las guitarras de La Voz de los '80. Claudio nunca, en alguna entrevista, ha dicho Jorge me inventó las guitarras, nunca. Él lo pinta como que los tres inventamos todo". Recuerda sobre aquellos ensayos de la época dorada del trío.
Pero hay sentencias más tajantes y conmovedoras, como el reconocimiento a una carrera truncada por las fauces del exitismo fácil y por el dinero.
"Después de lo que tuvimos, de haber dejado la grande en los '80, de haber sido recordados tan grandemente en los '90, después de volver en el año 2001 en gran forma y todo eso, realmente lo que nos queda es pegar afuera y ¿por qué no hemos pegado más fuerte afuera? Por flojos, no más" conclusión demoledora de González.
Lengua de víbora encerrada en una jaula de cristal, pero en un exilio tan transparente que no mata las ilusiones y menos la capacidad de analizar lo bueno, lo malo y lo feo, de la mano de Clint Eastwood, como en esas películas del oeste donde el que dispara primero puede saborear su merecida cerveza en la taberna más próxima.
